EL CANTO DE ATENEA:

LAS MUJERES EN LA MÚSICA DESDE LA ANTIGÜEDAD HASTA EL SIGLO XVII

Por: Gabriela Alitzel Maravilla Aupart

A lo largo de los siglos, en la historia de la música han prevalecido los nombres masculinos. Esto ha hecho creer que han existido pocas mujeres compositoras, creadoras, mentoras, improvisadoras e intérpretes o bien, que no tienen el interés en ser partícipes de este arte; incluso, que sus vidas y obras no han sido documentadas y que esta carencia no es responsabilidad de las instituciones.

No obstante, si hiciéramos un viaje temporal e histórico por los diversos rincones del mundo y de la historia, nos daríamos cuenta de que esto no es más que una falsa creencia generalizada, reproducida por muchas razones. Diversos documentos historiográficos, desde tablaturas y testimonios más antiguos, hasta videos y documentales, nos demuestran que la mano de la mujer siempre ha estado, está y estará presente.

El Día Internacional de la Mujer es una gran oportunidad para rememorar las opresiones de los géneros diversos y distintos al concepto del hombre blanco que han logrado mantener su supremacía mediante el sometimiento de los otros, pues no sólo las mujeres han padecido esta invisibilización en la historia oficial de la música. Este arte ha obtenido grandes aportaciones no sólo de las mujeres, sino también de personas transgénero.

Antigüedad: Grecia y Occidente

En la antigua Grecia, el papel de las hetairas es relativamente similar al de las geishas.1 Ésta era quizá la única forma en que las mujeres podían acceder a una educación más completa y no limitarse únicamente a la administración de una casa. La música que componían estaba destinada principalmente al entretenimiento, como se relata en “El banquete” de Platón, por ejemplo. Una hetaira notable fue Lamia de Atenas, cuya profesión fue la de flautista.2

La figura de la mujer en la música griega aparece no sólo en la historiografía, sino también en la mitología, donde destacan las Musas, hijas de Zeus y Mnemósine, a quienes se les atribuía el patronazgo de las artes:

[a] Calíope la poesía épica; a Clío, la Historia; a Polimnia, la pantomima; a Euterpe, la flauta; a Terpsícore, la poesía ligera y la danza; a Erato, la lírica coral; a Melpómene, la tragedia; a Talía, la comedia; a Urania, la astronomía. Las Musas no poseen ciclo legendario propio. Intervienen como «cantoras» en todas las grandes fiestas de los dioses.

Como cantoras, están ligadas a todos los géneros poéticos: épica, lírica, pantomima, tragedia y comedia, mismos que están estrechamente relacionados con la música, pues tanto la poesía recitada como la dramatizada se acompañaba con música y canto. Cabe señalar que Euterpe es la musa consagrada a la música misma, es decir, a lo que hoy se conoce como “música pura”, aquella que no se acompaña de teatro o poesía ni tampoco hace referencia a otro arte como la pintura.

Asimismo, la diosa más sabia, nacida sólo de Zeus, Atenea, preside también las artes y en ocasiones cumple con una función similar a la de las musas.4 Se le atribuye la parte intelectual del arte musical y no la de los sentidos. Su incursión musical va desde la inventiva hasta la práctica.5 Se cuenta que ella inventó el aulós,6 pero lo abandonó, porque le deformaba el rostro al tocarlo. No obstante, es erróneo pensar que la diosa se deshizo de este instrumento por verse fea, pues lo hizo más bien porque los gestos producidos por este instrumento generaban un dejo de insensatez en su ser, propio de los silenos.

Otras figuras femeninas del imaginario griego que dominan con pericia el arte musical son las ménades, mejor conocidas como bacantes, y las sirenas,7 que son representadas generalmente cantando o bien, tocando algún instrumento.

Se considera que Safo de Lesbos es una de las primeras compositoras de Occidente.8 Se le reconoce principalmente como poetisa, pero, como se ha dicho más arriba, toda poesía estaba vinculada al canto.9 La poesía antigua no se componía para ser leída en soliloquio interno, sino para ser cantada en comunidad, al amado, a los dioses...

Es probable que otras poetisas como Corina10 o Erinna de Telos11 también hayan sido algunas de las primeras compositoras dentro de la historia de la música occidental, aunque poca noticia se tiene al respecto, tal como ocurre con la música etrusca y latina.

Imperio bizantino

Otra de las primeras mujeres compositoras de las que se tiene registro es Santa Casia, Kassia o Kassiana. Sus hipnóticos cantos proceden del Imperio Romano de Oriente y datan aproximadamente del siglo IX d. n. e.12 Es la única mujer que figura en los cantos litúrgicos oficiales de la Iglesia cristiana ortodoxa de aquella época13 y representa igualmente uno de los grandes testimonios del quehacer y estilo musicales de su tiempo. Por este motivo, los historiadores y musicólogos han logrado establecer una relación entre la música de Grecia antigua y ese momento histórico.

Edad Media

Una de las compositoras y eruditas más importantes y reconocidas en la historia de la música y del pensamiento humano es Hildegard von Bingen. Esta iluminada vivió en la actual Alemania y fue “abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora”.14 Entre sus textos hay teatro, botánica, sexología, teología, por mencionar algunos, y su obra incluyó la creación de mandalas cristianos.

Sus cantos se preservaron escritos en la notación neumática medieval y fueron compuestos mayoritariamente para la voz femenina. Esto representó un hito en la historia, puesto que gran parte de la música vocal estaba pensada para ser cantada por varones. Llegaron a nosotros tan sólo algunos de estos cantos extáticos.15

Su obra es muy importante porque retrata parte de la vida monástica de las misioneras teutonas, de quienes fuera guía. Emplea, igualmente, el estilo musical galo-romano, también conocido como gregoriano, puesto en el registro vocal femenino, algo poco común. Asimismo, Hildegard fue una precursora de lo que hoy llamamos arte interdisciplinario, pues muchas de sus obras fueron concebidas plástica, dramática y musicalmente.

Otra compositora medieval de la cual se tiene noticia es Beatriz de Día, quien fue trovadora junto con otro grupo de mujeres dedicadas a escribir y musicalizar sus propios versos.16 A pesar de la existencia de un grupo de mujeres trovadoras, Beatriz de Día es la única de quien se conservan documentos completos.17 Su papel es fundamental, porque demuestra que las mujeres también desempeñaron esta labor y que no fue exclusiva del hombre. También refleja la perspectiva femenina respecto del amor cortés, que la mujer también cantaba los asuntos terrenales por voluntad propia y que su creación no se limitaba al ámbito clerical.

La Edad Media se caracteriza por ser una época de generación de conocimiento en todos los campos y la música no fue la excepción. Tal vez por eso hay testimonio de más nombres femeninos que en la época anterior.

Encontramos a Castelloza, igualmente trobairitz (trovadoras occitanas) junto con

“Alais Iselda y Carenza, Alamanda de Castelnau, Almucs de Castelnau, Iseut de Capio, Azalais d'Altier, Azalais de Porcairagues, Beatriz de Día, Castelloza, Clara d'Anduza, Beatritz de Romans, Felipa, Garsenda de Proença, Gaudairença, Gormonda de Monpeslier, Guillelma de Rosers, Domna H., Lombarda, Maria de Ventadorn, Tibors de Sarenom, Ysabella, Tania cacatua, [y] Albania cacatua”.18

Únicamente, Día nos ha llegado con música escrita. De las composiciones de las demás trobairitz se conservan sólo los versos, por lo que su música ha tenido que ser reconstruida.

Renacimiento y Barroco

El Renacimiento y el Barroco son reconocidos por poseer un gran acervo en todos los campos de la música, que se enriqueció gracias al descubrimiento del Nuevo Continente, donde se desarrollaba una importante actividad artística e intelectual.

Vittoria Aleotti fue una compositora y organista renacentista,19 cuyo estilo se evidencia incluso en la notación con la que fueron escritas sus partituras. Se cuenta que su hermana mayor también se dedicó a la música,20 al igual que su madre, de quien aprendió este arte. Al parecer, su nombre secular fue Raffaella, pero lo cambió por el de Vittoria al convertirse en abadesa.

Caterina Assandra, con un total y pulcro estilo, es otro ejemplo sobresaliente de este período. Fue una monja benedictina, organista y compositora clerical21 que vivió en la época de transición al Barroco, conocido en la plástica como manierismo. Su vasto acervo, escrito también en tablatura y en notación renacentista, con un absoluto dominio de la técnica, es otro testimonio importante de la época y de cómo las mujeres figuran en cada momento histórico.

Entrado el Barroco, observamos en el ámbito secular a Maddalena Cassulana, quien fuera laudista, cantante y compositora, así como la primera mujer a quien se le imprimiera todo un volumen de sus propias composiciones exclusivamente para ella.22 Sin duda, el Barroco es otro período prolífico en el que compusieron mujeres importantísimas, como la talentosa Barbara Strozzi,23 cuya música es principalmente vocal y expresiva al estilo del bel canto, Isabella Leonarda, Elisabeth Jacquet de la Guerre, Settimia y Francesca Caccini, la primera mujer en escribir una ópera. Recordemos también a Antonia Bembo, Claudia Sessa, Isabel Sofía de Mecklemburgo, Lucrezia Orsina Vizzana y Rosa Giacinta Badalla. En la Nueva España, Sor Juana Inés de la Cruz, además de sus importantes tratados sobre teoría musical,24 también compuso música25 e incluso algunos de sus villancicos fueron representados.26

Monsieur de Sainte-Colombe tuvo un par de hijas que se mencionan en la novela Todas las mañanas del mundo de Pascal Quignard, adaptada al cine por Alain Corneau. De su padre, aprendieron el arte de la viola y pasaron a la historia por sus ejecuciones virtuosas.

Las ejecutantes del Ospedale della Pietà, a cargo de Vivaldi, tuvieron también un papel destacado en la música. Eran expertas en diferentes instrumentos musicales, incluida la voz, y salían a escena vestidas con el hábito blanco característico de la Pietà.27

También se ha considerado28 que Anna Magdalena Bach no fue solamente una excelente cantante, sino que en realidad compuso algunas de las piezas que se encuentran en El pequeño álbum de Anna Magdalena Bach, ya que su caligrafía fue parecida a la de su esposo, debido a que fue su copista durante mucho tiempo.

Curiosamente, en esta misma época, hacia 1590, vivió una mujer que se ganó el epíteto de “La Dézima Musa”29 (Fénix de México, sólo uno). Se trata de una cantaora y compositora andaluza de origen moro, probablemente, perteneciente a una clase social baja y posteriormente adoptada por padres españoles que le brindaron una formación intelectual. Su nombre era Ana Caro de Mallén y recibió su epíteto gracias a que fue docta en muchas artes y lenguas, al igual que nuestra atenagórica filósofa.

Conclusión

En estas líneas quise presentar a compositoras de épocas antiguas, más allá de enumerar sus trabajos. He hecho una pequeña aproximación a sus aportes con la intención de que la lectora o el lector pueda ahondar por su propio pie. Estas páginas no agotan, ni por poco, todas las contribuciones de las creadoras a lo largo de la historia. No olvidemos que por muchos siglos las mujeres fueron privadas de la vida pública, así que es probable que muchas piezas firmadas como “Anónimo” pertenezcan a alguna mujer o bien, a algún otro género, clase social, etnia o religión.

En este escrito tampoco desarrollé de manera explícita los tipos de violencia que padecieron las mujeres creadoras: no poder actuar en la vida pública, no poder publicar un trabajo, dejar de componer para dedicarse a la vida marital, crear y estudiar únicamente en el ámbito clerical (salvo que pertenecieran a una familia adinerada), ser invisibilizadas permanentemente, ser reducidas a “la esposa, la hija, la hermana, la maestra, la asistente…” de un varón. Asimismo, por cuestiones de espacio, no me fue posible abordar un sector muy importante: aquellas mujeres racializadas. Sin embargo, comparto con ustedes algunos materiales de consulta. Mi intención es que se desista de la idea de que las mujeres en la música no han sido muchas o que han aportado poco, que sus obras no son de gran calidad o se reducen a meros estudios o ensayos.

Pretendo también sembrar una semilla para combatir la idea de que no fueron documentadas, pues cada una de ellas tiene partituras, tablaturas, poesía, testimonios: historia. ¿Estos documentos han sido ignorados? ¿Se han perdido a propósito? Muchas mujeres y otros géneros brillantes han sido silenciados bajo discursos canónicos que no debemos seguir reproduciendo, no sólo en la música, sino en todos los ámbitos y en la existencia misma.

Epílogo

Aquí les presento una lista de videos en YouTube, donde podrán visualizar partituras y otros elementos escénicos que mencioné en este texto:

https://bit.ly/3sFy5XP


ILUSTRACIÓN: COCTECON