En busca de la tradición: La conformación de la Banda Tradicional del Pueblo Originario de San Bernabé Ocotepec - INJUVE


Gerardo Payán

Hubo un tiempo -como solían decir nuestros ancianos cada que en un golpe de nostalgia buscaban remembrarse en la memoria de los tiempos idos- en el que cada domingo la plaza de toda comunidad ebullía de vida y color. Se aprovechaba para hacer el mandado luego de la acostumbrada misa matutina, el parroquiano que frecuentaba el expendio de pulques finos se apresuraba a llenarse el gañote antes del obligado cierre del local y, luego de un paseo por la alameda, toda la atención se centraba en el quiosco donde la Banda ofrecía al público conformado por todos los sectores de la población marchas, chotises, arreglos de obras populares y el vals de moda, pretexto básico para que los muchachos intercambiaran miradas con aquellas damas que pretendían y, que de otra forma, no podrían jamás tener tan cerca de sí. De Norte a Sur, aun con todos los cambios que las otras formas de experienciar la música importadas de otras culturas han dejado, la Banda Tradicional, en sus formatos Sinfónico, Filarmónico, de Aliento y Militar, ha formado parte de todas las escenas importantes de la vida de las comunidades, desde los oficios religiosos hasta las fiestas más vernáculas. No hay bautizo, boda ni funeral en los que un puñado de músicos, muchas veces salidos de la milpa, los talleres y labores más especializadas, no se terminen convirtiendo en la alegría de su pueblo.

Este breve escrito pretende, desde la propia experiencia del trabajo cotidiano, con elementos de autoetnografía y opiniones no directivas de los miembros de la Banda Tradicional del Pueblo Originario de San Bernabé Ocotepec de la Magdalena Contreras, mostrar una mirada sobre la configuración de una agrupación musical bandística en una comunidad llena de historia, pero sin tradición musical específica.

Al poniente de la Ciudad de México, al lado de los dínamos que otrora, mediante el caudal del Río de la Magdalena dotaran de energía a buena parte de la Ciudad de México, justo en las faldas del Cerro del Mazatépetl -que ahora llamamos “Del Judío”- se encuentra el Pueblo Originario de San Bernabé Ocotepec. Los orígenes de la comunidad se encuentran bastante atrás en la historia de la cuenca de México, pues hacia el siglo XII de nuestra era sus tierras ya estaban habitadas por los tepanecas, pueblo prehispánico de filiación chichimeca. Ejemplo de esto es el montículo piramidal encontrado hace pocos años en la cima de la cumbre del Mazatépetl. Con la Conquista, la comunidad fue ofrecida a San Bernabé Apóstol, patrón actual del pueblo en el sentido religioso, comenzando la construcción de su iglesia, la cual guarda entre muchos objetos de interés cultural un códice conocido como “Lienzo de San Bernabé” y un retablo de estilo barroco ricamente decorado.

Las circunstancias locativas de la comunidad resultan igualmente interesantes, pues, debido a su cercanía con el centro neurálgico del anteriormente llamado Distrito Federal y por el interés geográfico que ha sido descrito en líneas anteriores, los mapas catastrales desde la conformación de la Ciudad de México incluyeron a San Bernabé como parte del área urbana. Sin embargo, su complicado acceso, vigente aún en el siglo XXI, retrasó en mayor medida su urbanización.

A pesar de ser una comunidad recalcitrante en cuanto a sus tradiciones, usos y costumbres y demás aspectos de la vida cotidiana, los integrantes de la población no se han mantenido estáticos ni conformistas en cuanto a las intenciones de dotar a su comunidad de una oferta cultural variada, proveniente desde la base de la construcción de su sociedad unas veces y totalmente construida desde cero como es el caso de la Banda Tradicional. Fue justamente producto de uno de los varios colectivos culturales de los que la comunidad goza la idea de conformar una Banda de Aliento con músicos provenientes e integrantes del pueblo. Con apoyo moral tanto del Consejo Mayor como del Comisariado Ejidal, en el año 2019 un colectivo conformado principalmente por Antonio Martínez Amaya, Reyna Ayala Echeverría, Israel Mondragón Ayala, Verónica González Cortés y Joaquín Romero Martínez, decididos a lograr materializar la intención de que San Bernabé contase con su propia Banda Tradicional, confeccionaron un proyecto que inscribieron al Programa de Fortalecimiento y Apoyo a Pueblos Originarios en su edición 2019. Así, lograron que la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes los beneficiara con una suma económica suficiente para la compra y adquisición de insumos e instrumentos musicales.

Los ejes rectores de dicho proyecto correspondían a los puntos de atención prioritaria que la comunidad requería; no sólo se trataba de armar una Banda para amenizar las fiestas comunitarias y los servicios civiles, sino que, mediante la experiencia del aprendizaje y acción musical, se estrecharían los lazos de solidaridad entre los habitantes de la comunidad, se preservaría y fortalecería la identidad, costumbres y tradiciones del pueblo y se ofrecería a la población del sector juvenil una opción de diversificación y profesionalización, cosa importante; pues es una opinión general de la comunidad que a finales del primer decenio del siglo se dispararon alarmantemente las gráficas en cuanto a drogadicción y violencia, presumiblemente, debido a que las condiciones económicas han forzado a la población adulta en edad laboral a emigrar a otros estados y al vecino del norte, dejando a jóvenes y niños en un estado de abandono agravado por la precariedad.

Mi integración al proyecto ocurrió justo en esta coyuntura, cuando la comunidad ya tenía ciertos medios para desarrollar su Banda, pero aún le era incierto el camino a seguir. De manera hilarante, la señora Reyna me comenta mientras explican su historia que la desesperación por encontrar profesores de música fue tanta que incluso los motivó a literalmente perseguir a los músicos ambulantes que iban por las calles pidiendo una moneda para continuar con su música, obteniendo siempre una rotunda negativa a colaborar.

Gracias a que los objetivos, la planificación y configuración de esta Banda Tradicional de Alientos van más allá de lo estrictamente musical, el Instituto de la Juventud de la Ciudad de México, interesado por el trasfondo del trabajo comunitario, ofreció su apoyo, integrando a los jóvenes al programa “Las y los jóvenes unen al barrio” y dotando de una plantilla de Profesoras especialistas a la Banda, con el fin de que el desarrollo musical e instrumental de los integrantes fuera conducido por docentes con experiencia interpretativa.

Aunque las primeras clases se pudieron ofrecer de forma presencial en la comunidad, gracias al apoyo del Comisariado Ejidal que ha prestado sus instalaciones para transformar las oficinas en aulas, la pandemia causada por el SARS COV-2 (COVID-19) cesó las actividades in situ. Lo que para muchos proyectos musicales significó un hiatus que ha continuado hasta nuestros días, para la Banda Tradicional del Pueblo Originario de San Bernabé Ocotepec significó un área de oportunidad. Desde casa, con el precario internet que llega a la cima de las montañas, no sólo los jóvenes continuaron con su educación musical, sino que también involucraron a la familia nuclear y a personas que con temor y un poco de incredulidad se iban sumando poco a poco a cantar el “do, re, mi” y a generar sus primeros sonidos en boquillas circulares y cañas de madera.

Al día de hoy, este proyecto suma no sólo a jóvenes beneficiarios del INJUVE de la CDMX, sino que también involucra en las clases de teoría, solfeo, coro e instrumento a amas de casa, abuelos, padres de familia, pensionados y miembros activos de la comunidad, contribuyendo no sólo a la igualdad sustantiva de la sociedad, sino a recuperar espacios dentro de la misma mediante la reparación del tejido social con la Banda como un punto de encuentro de la comunidad. Dicho sea también de paso, las áreas de oportunidad que la pandemia dejó han servido para nuevas exploraciones por parte de los integrantes de la Banda.

La emocionalidad de los músicos en ciernes se ha evidenciado en momentos bastante sensibles, por ejemplificar, una junta de retroalimentación del trabajo en donde la “Abuela Lucy”, una de las integrantes de mayor edad que actualmente está aprendiendo a tocar percusiones, no pudo evitar romper en llanto asegurando que la Banda la salvó, pues por la pandemia no podía salir ni al mercado y tenía que acompañarse de sus gallinas y guajolotes pues sus nietos no podían visitarla. La música le dio una razón para esperar, al menos, a la siguiente clase.

Para Michel y Katzuko, hermanos que junto a sus abuelos aprenden a tocar trompeta y saxofón, el trabajo significó la cohesión de su familia nuclear en un proyecto en común, un camino que podían recorrer juntos más allá del seno domiciliario, pues, en no contadas ocasiones donde alguno de los dos niños ha requerido asistir a un servicio o presentarse para apoyo por parte del programa social del que son beneficiarios, la comunidad se organiza de inmediato para apoyar en el traslado y acompañamiento de los muchachos en el punto de acción.

Ejemplos de la solidaridad de la comunidad en apoyo mutuo para lograr, desde la experiencia artística, acciones en pro de la sociedad, sobran: la organización de las Fiestas Patrias, coloquios y mesas de diálogo en torno a personajes de importancia histórica y cultural para la comunidad con especialistas invitados de talla mundial, proyectos de acopio y distribución de juguetes y ropa de invierno en Navidad y Día de Reyes; incluso, la producción autogestiva de su ya famosa “Llorona Tepaneca”, obra de teatro realizada por habitantes del pueblo y puesta en escena en el sitio arqueológico del Cerro del Mazatépetl y sustentada por la música de la Banda Tradicional y el Coro dirigido por la Maestra Gabriela Esmeralda Martínez y conformado por miembros de la comunidad.

El sonido de una Banda pudo inspirar sueños, convencer a dudosos de emprender andanzas y atreverse a empresas, lo mismo que velar primeros besos y sentidos adioses; pero ahora mismo, en el siglo XXI, una Banda intergeneracional está pretendiendo ir más allá de lo musical y demostrar con trabajo salido del corazón que un cambio social es posible siempre y cuando todos miremos en la misma dirección en busca de la tradición.


Ilustración: Heriberto González "Coctecón"